domingo, 10 de octubre de 2010

Parecía fácil

Estaba cansada de todo. Absolutamente todo. El mundo parecía girar para todos los entes vivientes salvo para ella. A aquello había que ponerle remedio y pronto. Se acabaron los escrúpulos que nunca tuvo y las connataciones morales que siempre habían brillado por su ausencia. Ella pensaba que sabía cantar, que sabía escribir y que sabía actuar. Vamos, que una artista "de verdad" tenía poco que envidiarle. Y recordaba todos los casting de OT (pónganle ustedes los significados que consideren oportunos a semejante aberración)en los que le dedicaban buenas críticas y a las primeras de cambio, le enseñaban el camino directo a casa. O la puta editora que le dijo que le mandase la obra y que le daría una contestación, advirtiéndole que si recibía una crítica negativa, era sólo para que aprendiera. Ni negativa, ni positiva, aquel zorrón parecía habérsela tragado la tierra hasta que un día la vio participando en un blog en el que admiraba a su autora. Ella sabía que aquel blog, con sus mil quinientos seguidores, eran mil quinientos ejemplares vendidos, por tanto, la edición era favorable, sólo con se vendiera el ejemplar a diez euros (que luego serían más) el libro ese movería quince mil, mínimo. Negó con la cabeza. Al final, después de todo, lo sabía bien. Funcionaba así. La autora del blog no era superior a ella y ella misma podía verlo. Pero movía a más gente, por supuesto, y por tanto, más dinero.
Recordaba la lucha por el papel protagonista de Madame Collet en una representación de "Luces de bohemia". Y al final su rival se quedó con él. Aceptó su derrota hasta que diez días más tarde, supo que su rival le había hecho buenos favores al director de la obra. Su sangre estuvo hierviendo mucho tiempo...

Todo debía cambiar. Ser humilde, trabajadora y honesta en este mundo era sinómino de pisoteo y aprovechamiento de la propia persona. Tenía que cambiar de mentalidad. Tenía que creerse que podía hacerlo. No podía ser tan difícil. Se miró en el espejo y estuvo delante de él una hora. Probó mil y una poses distintas hasta que encontró la que ella consideraba más favorable. Se veía bonita, único requisito para lo que se proponía hacer. Justo al día siguiente de proponerse su cambio, su asalto a una vida agradable y libre de agobios, tuvo su primera oportunidad de demotrarse a ella misma que podía hacerlo, que iba en serio. Un vecino se la encontró en el ascensor y la invitó a desayunar. El chico estuvo cortejándola con diez mil halagos y piropos de lo más ingenioso, dando a entender algo que, por la razón que fuese, no se atrevía a decir, pero de cualquier modo, resultaba bastante obvio. La guinda del pastel la puso una invitación a cenar el sábado por la noche. Estaba claro. Se conocían desde hacía tiempo, pero cuando se habían cruzado él había agachado la cabeza y dicho un tímido buenos días. Y ahora, después de comparar sus ojos con un desierto de esmeraldas y sus cabellos como una noche de luna llena, la invitaba a cenar a un restaurante de alto prestigio, posiblemente el más caro de la ciudad. Estaba dispuesto a gastarse las tres cuartas partes de lo que le pagaban en el hipermercado que trabajaba en cenar con ella... Pero no, ya había decidido que aspiraba a mucho más. Ella se merecía mucho más. Y cuanto más se miraba en el espejo, más se convencía de ello.

Comenzó a frecuentar en soledad las zonas de más glamour. Las discotecas donde la droga no era adulterada y se servía en bandeja de oro. Su belleza natural hacía que los porteros le hicieran reverencias y la escoltaran hasta el interior del rectángulo de música machacona. Recordaba que, en los tristes botellón con los amigos del barrio, a sus veintiuno, los policías que debían impedir la borrachera, al verla, se unían a la fiesta. Ahora era más o menos igual. La primera noche sintió varios pares de ojos fijos en ella. Su entrenamiento para conservar la altanería dio resultado. Permaneció impasible con la copa de no sabía qué mierda la había invitado el camarero de la barra, con un guiño de ojos incluido. Repitió la noche siguiente. Era sábado. Los mismos espectros, de ojos rojos y olor a humo y alcohol. Una mano llena de anillos de oro blanco a simple vista la invitó a bailar. A un gesto de su mano, la música cambió del "pum, pum, pum" a tiernas baladas para bailar abrazados. Después de dos canciones, se sentaron. Era guapo y sus ojos rojos le daban un aire siniestro que empezaba a resultarle atractivo. El tipo tenía una botella entera del mejor whisky que tenían allí. Y empezaron a dar cuenta de ella. Sacó una bosilta con un polvo blanco y dispersó algo de él sobre la mesa. Los dos respiraron ese polvo y a ella, la embriagó un fuerte dolor de cabeza. El tipo parecía ponerse a tono con el ambiente. Volvió a tenderle la mano llena de anillos y ella la tomó sin ser muy consciente de lo que hacía. Cuando empezó a recobrar su plena conciencia estaba encerrada en una lujosa habitación de hotel y sentía un aliento de olor alcohólico en su cuello dirigiéndose hacia su abultado escote. Había llegado el momento. Era ahora o nunca y debía hacerlo. Si conseguía atrapar a este estúpido, su vida no volvería a conocer las penumbras y sus deseos serían todos satisfechos. Buscó sus labios, los besó con una fingida pasión que parecía real. Y acabó por entrelazar su cuerpo al de él. No debía de ser tan distinto a cuando lo había hecho con los dos novios que había tenido.

Amaneció en sus brazos. Él ya estaba despierto. Y la miraba con ojos que cualquiera diría estaban llenos de pasión. Lucían menos rojos y eran más hermoso, de color miel.
-Pídeme lo que quieras.
Eso no se lo esperaba. Era la primera vez en su vida que sus planes parecían funcionar. Un poco más, si conseguía amarrarlo adiós a los madrugones para ganar unos miserables 900 Euros y encima tengas que agradecer tener el trabajo explotador para ganarlos. Pagar el alquiler y su sueldo reducido a la mitad. Las gasolineras pulsando el botón de subida de combustible cada vez que algún político y parásito hablaba, para al final, ver que vivía al día, ver que si surgía algún improvisto, no podría hacerle frente. Al lado de aquel tipo, que por el motivo que fuese, había sido agraciado con una vida llena de comodidades, pasando las necesarias carencias que todos debemos pagar a cambio de vivir, de sentir todas las maravillosas sensaciones que la vida ofrece, a su lado, todo cambiaría. Podría ir a ver al zorrón de la editora y decirle que ya no la necesitaba, quién sabe si no podría montar su propia compañía de teatro y quitar de enmedio al tipo aquel que la había privado del papel de Madame Collet porque su rival había aprovechado sus encantos femeninos y la debilidad de los hombres. Y... bueno OT no hacía falta hacer nada contra ellos, era tan patético que caería por su propio peso.
-Llévame a almozar al sitio que quieras -dijo al cabo de unos intantes-.

Cuando salieron del hotel, y se dirigieron al estacionamiento privado, vio el vehículo que siempre había soñado. No se podía creer que la noche anterior hubiese venido en él y no hubiese sido plenamente consciente. Sí, definitivamente, este tipo era el final de sus problemas. No podía permitirse un sólo error. Tenía que ser para ella. El motor emitió un rugido potente y el coche salió con una suavidad pasmosa. Cuando entró en la autovía, sus sentidos se embriagaron ante la aceleración poderosa del coche. Cuántas veces había soñado con sentir esa sensación en ese mismo vehículo...

De repente, como si el sueño más placentero y hermoso quisera gastarle una broma de mal gusto, se transformó en una horrenda pesadilla. Vio como el coche seguía acelerando y la aguja del velocímetro marcaba 220. Las sirenas de los agentes de tráfico sonaban y por megafonía le ordenaban que parase. Por supuesto, se comportaba opuestamente a las órdenes. Los agentes dieron aviso de la situación y se tomaron las medidas. Diez kilómetros más adelante vieron como habían montado una barricada con el único propósito de detenerlos. Pisó el acelerador a fondo y el vehículo volvió a acelerar.
-Por Dios, ¿Qué haces? Para el puto coche de una vez. ¡Nos vamos a matar!
-Cállate zorra. Los maderos no me pillarán.
Veía el impacto inminente. ¿Qué hacer? Se acordó de su vecino. Si huibese ido a cenar con él no estaría ahora aquí. no sabía por qué demonios pensaba eso ahora, cuando su vida estaba a punto de acabar. Estaban a escasos 700 metros. Pulsó el botón para librar el anclaje del cinturón de seguridad. Abrió la puerta y se dejó caer. Notó el asfalto quemado como los besos del infierno y se oyó una explosión de varios kilates de calidad. Lo que antes había sido el coche de sus sueños era ahora una hoguera de san Juan. Era imposible que el hombre que iba a sacarla de su vida mediocre y llena de injusticas hubiera sobrevivido. Notó una sombra sobre su cuerpo tendido en el asfalto sintiendo quemaduras de varios grados.
-Así que eres la puta del narcotrafincante, pues tu chulo la ha palmado, pero creo que tú pasarás una buena temporada en la cárcel.

No podía creer lo que estaba escuchando. Pero lo cierto era que mientras los agentes comprobaban que podía levantarse, les estaban esposando las manos.

jueves, 9 de septiembre de 2010

¿Qué más puede salir mal?

Nunca protestaba por nada. Siempre prefería pensar que debía de haber alguien en el mundo que estuviese en una situación peor a la de él. Y, por supuesto, estaba en lo cierto. Lo que nunca pensaba es que también hay gente que sin hacer ningún esfuerzo más que aprovecharse del trabajo de otros, tenían una situación infinitamente superior en bienestar a la él. Y sin embargo, su superstición superaba todo lo conocido.

Aquel día el pie que primero puso en el suelo al levantarse fue el izquierdo, aunque no reparó en ello. Ni lo haría. Había hecho movimientos de gimnasta para poder poner primero su pie derecho al levantarse por la mañana o cuando se levantaba del sofá o la silla. Y, como siempre debe haber una primera vez, este día fue el primero que se levantó con el pie izquierdo aunque no hubiese sido consciente de ello.
Tomó su desayuno como hacía todos los días, después de lavarse la cara y vestirse con la ropa que dejaba sobre la mesa antes de dormir. Cuando estaba untando la rebanada de pan con la margarina, ésta se le cayó sobre el pantalón y tal como dice Murphy, por el lado donde estaba untada la margarina. Soltó una maldición y fue a su dormitorio a por uno limpio. Cuando estaba abrochando el último botón, se quedó con él en la mano. Lo tiró con rabia en la cama sin hacer y cogió el último limpio que le quedaba en el armario y rezó a su ateísmo para que no se le estropease éste. Poco después salía por el portal en dirección al trabajo. Nada más salir, una paloma le dio la bienvenida tras descargar su aparato digestivo. Si hubiese tenido algo que arrojarle a la paloma hubiese batido algún record olímpico a la hora de lanzarla lejos de él. Su camisa de manga larga y color celeste quedó inservible. Tuvo que volver a casa. Cuando volvió a salir fue directo hacia el trabajo. Los quehaceres pendientes los haría tras la jornada. No le daría tiempo. Al llegar a la plaza donde se ubicaba su oficina, los reflejos que desarrolló durante sus años en el equipo de fútbol jugando de portero lo libraron de recibir un fuerte balonazo aunque el movimiento de su mano para despejar el balón de su trayectoria su cabeza, no fue todo lo fuerte que debiera y su mano se dobló ante el contacto con el balón. Maldijo en voz alta y se sujetó la muñeca derecha con su mano izquierda. Echó un vistazo a su alrededor con la esperanza de encontrar al que había pateado el balón y poder descargar su frustración con él. Aunque supiese que al final, guardaría silencio. Pero lo único que vio fue correr a un niño moreno perdiéndose entre las fachadas de los edificios. Se soltó la mano derecha e hizo variso giros de muñeca. Todo parecía estar en orden.

Entró en la oficina y sus compañeros lo recibieron con caras apesadumbradas. Se sentó en su silla y preguntó a su compañero qué era lo que había ocurrido. El compañero le contestó con voz baja que había venido los jefes de la oficina del centro y aquello nunca sucedía para traer buenas noticias. Y más con los tiempos que corren. Sin contestar palabras, encendió su ordenador y se disponía a comenzar su jornada laboral. Nadie le preguntó el motivo de su retraso, cosa que agradeció por evitar la humillación de contar como la evacuación de una paloma había sido la causante de la llegada a deshoras. Cuando el ordenador de terminó de iniciar recibió un aviso de un fallo del sistema de antivirus y cortafuegos. Aco seguido el sistem se bloqueó y tras iniciarlo de nuevo, el bloqueo persistía. Golpeó con las manos la mesa de forma leve. Uno de esos malditos virus creados por gente aburrida de vidas mediocres le había fastidiado el equipo y, posiblemente, le había hecho perder datos valiosos. Maldijo en voz baja. Su día había comenzado hacía a penas cuatro horas y le habían llovido los golpes de mala suerte.
Cuando consiguió reiniciar el equipo y volver a instalar todos los programas y de recuperar algunos datos, su teléfono sonó. Lo requerían en el despacho del jefe. Se levantó pensando las explicaciones que iba a dar por el problema surgido con su sistema y qué palabras usaría. Nada más llegar, vio a dos hombres sentados junto al que era su jefe desde hacía dos años y notó las miradas que se clavaban en su persona.

"mire usted, estamos pasando por momentos difíciles y la empresa debe hacer recortes, usted ya me entiende..."
"No, sinceramente, no lo entiendo. No entiendo que tiene que ver los tiempos difíciles con el que hecho del que al ordenador se le haya metido un virus"
"No, no es eso. Por supuesto que no tiene nada que ver. Es más, ha hecho usted un buen trabajo recuperando el sistema. El problema es que debemos recortar la plantilla y usted es uno de los elegidos. Lo siento mucho.

Hizo un esfuerzo porque las lágrimas no aflorasen en sus ojos. Salió sin despedirse de sus compañeros que ya recogían sus cosas para salir. Antes de que todos saliesen, sonó el teléfono de dos más. él ya sabía qué les iban a decir. Cuando salió a la calle, pensó en las dos tareas más próximas que debía realizar. Llevaba quince años jugando la misma combinación de lotería y aquella noche era el sorteo. Tenía hasta las nueve para validar la combinación. A las cinco tenía una cita en un centro de tatuajes. Decidió comer alguna cosa en un bar cercano a la oficina y después iría a tatuarse. Por último validaría el boleto de lotería. Comió acompañado de las noticias deprimentes que todos los días nos visitan. Llamó a su novia para invitarla a cenar e informarla de su nueva situación laboral. Se despidió prometiéndole una sorpresa. Al terminar de comer, sintió varias punzadas de dolor en su vientre y le hizo temerse lo peor.

Media hora antes de su cita con el tatuador estaba sentado en su baño acordándose de la paloma de la mañana. Si aquello persistía, no llegaría a tiempo. Alcanzó su teléfono móvil y llamó al centro de tatuajes. Contó su problema y el tatuador lo arregló para cambiarle la hora. A medida que la tarde iba pasando, los dolores de estómago fueron disminuyendo y ahora pensaba que a la nueva hora, sí que podría llegar a tiempo. Cuando consiguió que pasara media hora sin que su estómago se quejara, decidió darse baño. Sus cálculos le confirmaban que tenía el tiempo justo. Pensó que otro ataque intestinal supondría la cancelación de marcar su piel, hecho durante tiempo deseado. Tenía que ser hoy. Volvió a rezar a su ateísmo. El contacto con el agua fría pareció revitalizar sus sentidos y la sensación de bienestar después de un día que estaba resultando desastroso a todas luces, lo iba invadiendo lentamente. Se vistió deprisa, dio dos pulsaciones a su frasco de colonia y fue directamente al centro. Cuando dobló la primera esquina hacia su destino, comenzó a llover. Se resguardó bajo el toldo de una pequeña pastelería y miró el reloj. Si volvía a casa a por un paraguas, llegaría tarde. Decidió ir bajo las protección de algunos toldos, que no cubrían todo el trayecto. Llegó finalmente al centro empapado. El tatuador lo miró y con gesto cómico, le entregó una toalla. Mientras se secaba cayó en la cuenta que no había validado el boleto con los números que llevaba quince años jugando. Bueno, el tatuaje no era muy grande, y este hombre era un experto. Seguro que le daría tiempo después. El dibujo que se tatuaría estaba determinado desde hacía varios días, pero cuando sintió la aguja clavarse en su piel, hiper sensible al dolor como era el muchacho, se preguntó por qué diablos había decidido hacer semejante locura. El reloj seguía avanzanado y aquella tortura no acababa. Cuando por fin el hombre dijo que había acabado, el suspiro de alivio se oyó hasta en la última planta del bloque donde se ubicaba el negocio. Después escuchó nervioso los consejos post tatuaje, como lavar con agua el dibujo y poner film transparente. Tendría que volver pasados unos días a ver qué tal iba. Pagó y salió de allí corriendo. Seguía lloviendo. Todavía faltaban diez minutos para que se cerrara el plazo de validación de boletos. Llegaría. Seguro que le tocaría tirar el boleto al contenedor de reciclado de papel, pero aquello era ya un ritual. Corrió varias calles bajo la fina llovizna que caía y cuando llegó a la administración, estaba cerrada. Luego cayó en la cuenta que los jueves por la tarde, el que validaba los boletos era un trabajador del Ayuntamiento por la mañana y al parecer, estaba muy acostumbrado a trabajar menos de la cuenta... Cuando el río suena, agua lleva. Y nunca mejor dicho. Luego los "trabajadores" del los ayuntamientos que quejan... No miraría el resultado del sorteo por si acaso, aunque tenía la sensación de que se había ahorrado el importe del boleto.
Se fue al restaurante donde había quedado con la mujer con la que llevaba compartiendo su corazón tres años. No había llegado aún. Se metió en el aseo y se secó con un puñado de toalletas que allí habían. Salió y se dirijió a un camarero para indicarle que tenía una mesa reservada. Elizabeth aún no había llegado. Se sentó y pidió una botella de vino de la casa. El camarero le sirvió una copa y dejó la botella dentro de una hielera. Al fondo del muro lateral del restuarante un flamante televisor de pantalla de gigantescas proporciones, puesto allí para aumentar la vanidad y el egocentrismo del propietario, daba las mismas noticias deprimentes que había visto en la pequeña pantalla del bar donde había almorzado. Elizabeth llegó y lo besó en la mejilla. El maquillaje que traía aumentaba su peso corporal en un par de kilos. Él sonreía sólo con verla y ella aquella noche parecía tener prisa. Había aceptado la invitación para cenar con varios días de antelación. Marcos no entendía sus prisas, sabía que tenía un compromiso. ¿Qúé ocurría? Tuvo la genial idea de enseñarle su tatuaje. Un precioso corazón rojo con su nombre dentro. Elizabeth. "Pienso tatuarme tu caras debajo de este, ¿qué te parece?" Ella no sonrío y habló sin mirarlo a los ojos. "Marcos, no quiero continuar con esta falsa: Llevo acostándome con otro desde cinco meses y creo que me he enamorado de él. No merece la pena seguir. Buena suerte en tu vida" Se levantó y se fue sin mirarlo, sin decir ninguna palabra más. Tuvo la sensación de que el despertador sonaría de un momento a otro. ¿Qué haría con el tatuaje? Por lo que tenía entendido era una marca para siempre. De un trago vacío lo que quedaba en la botella y se dirigió a la caja para pagarla. Se le había quitado el hambre. Miró fuera. Seguía lloviendo pero no le importó. Un camarero gritó que pusieran el canal de la lotería, que estaba seguro que esa noche iba a mandar a la mierda al jefe y al maldito restaurante aquel de poca monta. El cajero obedeció. El sorteo se había celebrado y repetían la combinación ganadora. No pudo evitar oirla. Quería morirse.

sábado, 31 de julio de 2010

Méritos propios

Estaba realmente impresionado por la cantidad de acordes que había conseguido enlazar en la que debía ser su prueba de fuego. Su bautismo de fuego en el mundo del valor de expresar lo que se siente y no hundirte en el lodo en el intento. El muy ingenuo pensaba que con la prueba mataría dos pájaros de un tiro y, por supuesto, que le saldría bien.
Hacía seis meses que había llamado a la puerta de aquella empresa. Una discográfica que únicamente conocía quien la había puesto allí. Pero llamó, llamó y abrió la puerta una ninfa de ojos verdes y pelo moreno que ni siquiera sonrió. Se quedó como un verdadero estúpido en la puerta mientras a la ninfa se le descomponía la cara metamorfoseándola en otra semejante a los dibujos de las brujas de los cuentos.
–¿Te has equivocado o qué? –Preguntó la ninfa con todo el desprecio del mundo en su voz desagradable.–
–Eh... No. No. He venido a traer esta maqueta por si les interesa. Dentro van mis datos por si se quieren poner en contacto conmigo.

La ninfa cerró la puerta sin decirle nada y él permaneció allí al menos cinco minutos mirando a la puerta, como si esperase que el sueño de su disco hecho realidad saliese por allí en un tiempo de producción record. Pero no, lo que ocurría es que la visión de la mujer que le había ¿atendido? lo mantenía hipnotizado, empotrado en aquel pavimento que comenzaba a arder por el calor sofocante. Y hubo de ser las gotas de sudor resbalándole por las mejillas, las que le hizo darse cuenta que necesitaba hidratarse de forma urgente e inmediata.

Desde aquel día, todas las canciones que compuso estaban dedicadas a la ninfa de ojos verdes y pelo negro. Y no se separaba ni del teléfono fijo como del móvil, los dos que había puesto en su carta de presentación. Cuando salía, las pocas veces que lo hacía por necesidades como la de hacer la compra, lo primero que hacía al llegar a casa era oír el contestador. Nada. Y después se sentaba a tocar su guitarra e improvisar melodías con la cesta de la compra todavía por guardar. Sin ni siquiera percatarse de ello, su afán de colmar de música la atención de la ninfa de ojos verdes y pelo negro y también voz desagradable, iba haciendo que sus composiciones aumentasen en calidad. Los vecinos fueron perdiendo las ganas de tirar su puerta y cortar hasta la última cuerda de su guitarra, que fueron sustituidas por un placer leve producido por la dulzura de los acordes de su guitarra y las notas cada vez más afinadas de su voz. Incluso llegaron a decírselo y felicitarlo por un cambio tan positivo. Al igual que cuando se halaga al sin remedio, estos comentarios positivos hicieron crecer la vanidad de este ser, compositor con menos luces que la A7 tramo Fuengirola-Málaga de noche, convenciéndose a sí mismo que el final del camino estaba cerca y en él lo esperaba un bosque de noche, con miles de luciérnagas iluminando un pequeño estanque de nenúfares donde podía contemplar la luz de la luna junto a la ninfa de ojos verdes y pelo negro.
No hay que decir que el día que lo llamaron para una prueba de sonido, esta vanidad se multiplicó por el número después del infinito.
Se levantó el día acordado cinco horas antes de la acordada. Se bañó tres veces, las tres en agua de colonia con la que había llenado la bañera y cuando salió de su casa, hasta las cuerdas de la guitarra olían a "Diavolo". Por la calle todos lo vieron con una sonrisa del bobo que parece andar por algún lugar sin saber a dónde va. Quizá fuese cierto, pues su mente estaba ocupada planeando el futuro. Una cena inolvidable con la ninfa de ojos verdes y pelo negro y una canción de declaración de amor terminando con ella echada en sus brazos.
Tocó la puerta y esta vez no le abrió quien él quería que le abriese, sino un tipo obeso con barba de seis días y mirada desquiciada por el polvo blanco. Lo invitó a pasar. Se sentó en lo que parecía una sala de espera. Había otro hombre allí. También llevaba una guitarra. Peinaba cresta y sus orejas lucían infinitos zarcillos que parecían destilar los colores del arco iris. Una voz de hombre dijo el nombre de "Pornosatánico" y el muchacho se levantó, atravesó la puerta y entró en otra sala. Al cabo de un momento comenzaron a sonar acordes estridentes y una letra de canción que le enseñó que el nombre que había adoptado el otro chico era de lo más acertado. Cuando "Pornosatánico" salió de la sala, lo miró con aire de superioridad, sonriéndole perversamente. La voz lo nombró y él se levantó y entró en la sala. Allí había tres hombres, y también estaba la ninfa de ojos verdes y pelo negro. A la señal de uno de los hombres, la guitarra comenzó a emitir dulces sonido con una polifonía muy lograda. La sala parecía iluminarse con los colores de la notas y los ojos del cantante miraban fijos a los ojos verdes de la ninfa. Cuando terminó de cantar, observó que los hombres lo miraban con gesto indiferente y que la ninfa, nada más terminar la canción, se había esfumado. Los hombres le dijeron que ya tenían la muestra de sonido en directo y que se pondrían en contacto con él. guardó su guitarra dudando si invitar a la ninfa de ojos verdes y pelo negro a cenar aquella misma noche o esperar a firmar su contrato profesional. Lo que jamás pudo imaginar era, que a l salir de aquella y de la otra que había servido como sala de espera, iba a encontrarse a su ninfa besándose desmesuradamente con el tipo de la cresta y los zarcillos arco iris mientras ella felicitaba al tipo por la firma que acababa de plasmar con la empresa.
"Le debo un favor a mi tío". Fue todo lo que dijo mientras sus labios se hundían en los de la ninfa de ojos verdes y pelo negro.

sábado, 17 de julio de 2010

Libertad

¡Bravo, bravo, España ha ganado..! El banco me ha perdonado dos meses de hipoteca, me han subido el sueldo un 30% y en la gasolinera me han dicho que vuelva a coger el coche, que me van a hacer precio especial, que me echan de menos desde que se les escapó el dedo en el botón de subida. Todo esto, una semana después. De cualquier modo tía Frasquita, si alguien lee esto y de verdad le ha cambiado la vida porque España haya ganado, dile que me alegro mucho por él, felcitaciones a granel de mi parte.

En fin, después de todo, seguimos igual. O quizá no. Como bien supuse, hubo algunas ausencias de los puestos de trabajo durante el lunes. Y seguramente el motivo fue el dolor de las muelas del juicio que hacía años que habían sido extraídas. El desmadre que se armó fue monumental. La gente se excusa en lo mismo de siempre. "Es una fiesta", "para una vez que ganan" Excusas para destrozar, ensuciar y, en definitiva, dar rienda suelta al instinto salvaje y primitivo que todos tenemos y la sociedad nos castra desde que nacemos. He visto en televisión a inmigrantes gritando esa máxima poco orgullosa de "yo soy español". Se abrazan, se quieren. Cuando termine este sueño balsámico, que supongo que habrá terminado ya, los inmigrantes volverán a tener la culpa de que no haya trabajo y de que tarden tres horas en atenderte en urgencias. Porque de eso quiero hablarte, querida tía Frasquita. Porque la gente que le toca arreglar todos los desmadres que las celebraciones provocan, se cagan en la madre de las victorias. Por ellos, que revieten todos. Lo dice nuestro instinto egoísta y que este sistema, que dice que somos libres, nos castra a la mínima oportunidad.

Cambio radicalmente el sentido de mi carta. Dicen que somos libres... Y ¿sabes qué? El otro día encontré, a la vista de todo el mundo, una carta de Endesa avisando del corte de suministro a un vecino que debía la impresionante cantidad de 6,31 €. La luz, la utilización de recursos eléctricos sin los que ya no podemos vivir, cortada por deber poco más de seis euros... ¿Es eso libertad? ¿O es una especie de esclavitud a unas pocas empresas que sin saber cómo, se dedican a la distribuición de la energía? ¿Y qué pasa con el agua? ¿También te la cortan si debes cinco euros? ¿No tienes derecho a poder bañarte? ¿Y qué ocurriría si no lloviese? ¿De dónde sacarían el vital líquido? Si ellos tienen derecho a dejarnos sin agua por la mierda del dinero, ¿no tendríamos derecho nosotros a hacer lo que nos pareciera bien si ellos no nos suministran el servicio? No, supongo que no. Si no pagas, te jodes, porque a fin de cuentas, se trata de eso. Gobierna un pedazo de papel que es el causante de tantas miserias y penosidades que pasan millones de criaturas. Y si no se tiene ese dinero por la circustancia que sea, parece que pierdes el dereco a vivir. De verdad que no extrañaría nada que mañana se apruebe un impuesto por respirar. Eso de decir que se nace libre es una patraña como la ineptitud humana. Naces subyugado por un sistema que favorece a quien lo inventó. Y jode al resto. Gane España o pierda España (entiéndolo como quieras). Estamos sometidos a un tiempo y a un espacio que no es infinito y por tanto, impone limitaciones. Así que la libertad habría que entenderla bajo ciertas perspectivas y no afirmar, sin luces, que somos libre, tal y como creo yo que dice la Constitución.
Fíjate que estamos sometidos a voluntades varias que me dieron la noticia hace tiempo, que un perito de la Junta de Andalucía estimó los daños que provoqué en un accidente que tuve en 54.000 €. Es decir, nueve millones de las antiguas. Vale que me empotré contra una mediana de hormigón y que sea un verdadero milagro que esté aquí escribiendo tonterías, pero nueve millones por poner un poco de hormigón y adaptarlo... No sé, yo no entiendo, pero me parece mucho, el poco sentido común así me lo afirma. Lo que yo creo es que todo esto se hace a "ojo" de tuerto. Digo esto y lo que sobre para mí, porque sobrar, sobrará, de eso no hay dudas. Igual que cuando las lluvias torrenciales que a principios de 2009 hundieron la carretera que une Granada con Madrid, la A 92 me parece que es, y salió un inútil por la tele diciendo a ojo que los daños estaban valorados en no sé cuántos millones de euros. Millones de Euros. Qué fácil hablan de millones. ¿Somos conscientes de lo que se puede hacer con un simple millón de Euros? Y si alguien dice esto vale tanto, vale tanto y es lo que hay. luego empiezan las compañías de seguro a matarse y a buscar a los abogados que saben interpretar la ley de manera que les favorezca a ellos. Aquí somos los mismos los que pagamos, siempre. Esa es nuestra libertad, zumbar impuestos desorbitados para tener infraestructuras y al menor problema, nos quedemos sin ellas y tenemos que ver como hablan de millones como si fuesen litros de cerveza. ¿Qué haría yo con un simple millón? Desde luego, me perdía en las montañas del abuelo de Heidi y no iba a encontrarme ni Hacienda, esos que respetan tanto tu libertad que cuando meten los dedos en los ordenadores, les sale hasta las veces que vas al baño.

jueves, 8 de julio de 2010

Buscando enemigos

Aquí estoy de nuevo, querida tía Frasquita.

Verás, hoy me ha dado por pensar. Y entre la última vez que escribí recordando a mi hermana y maldiciendo a todos los mierdas que dicen hacer justicia en este país y lo que he estado pensando últimamente en los escasos minutos de sosiego de los que dispongo al día, me he decido a escribirlo. Por cierto, puede que la cercanía del sexto aniversario de su marcha me hiciera estar más agresivo. Sé que eres el único ente que me lee, pero seguro que tras esto voy a ser considerado enemigo de la patria, un maldito amargado agua fiestas. Porque hasta los monitores tienen ojos y ya no puedo más con esta situación que no hace sino confirmar que vivimos en un país de auténticos gilipollas sin remedio ninguno, mucho menos remedio que yo incluso aunque siempre he pensado que eso era imposible.

Veo lo que se está armando por los éxitos de la selección española de fútbol. Y ¿sabes? pienso que si viniera un marciano con la varita de "Harry Potter" y consiguiera que nadie más pasara hambre, que todos tuvieran un trabajo vitalicio, que los niños no tuviesen que llorar y que los Pacos no maten a las Maris porque les quieren dejar, la gente no lo celebraría con ese "entusiasmo". Y esto me entristece, o quizá me ponga de muy mala leche. Supongo que sabrás lo que van a cobrar estos "trabajadores" si consiguen ganar el campeonato. Y pienso en todos esos profesionales que han tenido que emigrar porque aquí les han negado subvenciones para investigar en beneficio de la gente.
Miremos las cosas fríamente. ¿Qué ganaremos nosotros si consiguen alzar la Copa del Mundo? ¿Nos darán días de vacaciones? La gente faltará al trabajo, claro que sí, y los servicios de urgencias se van a inflar de hacer informes por dolores de las muelas del juicio que tuvieron que ser extraídas hace años. ¿Van a subirnos los sueldos? Veremos a ver si el presidente del gobierno no se le ocurre bajarlos otra vez para hacer un Ministerio de Deportes, cuando están sobrando Ministerios a patadas. En definitiva, tía Frasquita, no ganamos ni perdemos nada. Es así, pese a quien pese. Me podrán decir que la emoción inexplicable, que te están representando ante el mundo, que el sentimiento que hace afición. Lo dicho, sin remedios completos. ¿Cómo van a representarme a mí, el último mono del peñón, el último contenedor de reciclaje de la esquina, unos cuantos hombres que se les da bien dar patadas a un balón y cuyo cometido es entretenerte como puede entretenerte oír una canción, leer una buena historia, ver una película y si me apuras, emular tu existencia virtual? ¿Cómo van a hacerlo si van a cobrar lo que van a cobrar y se le niega ayudas a gente muy capaz para mejorar la existencia? Me da igual que donen el dinero a ONG (que después del caso Intervida, ya me despiertan todo tipo de sospechas), porque si le das de comer a un pobre hoy, mañana volverá a pasar hambre. Tienes que enseñarlo a que consiga su alimento. Tienes que enseñarlo a hacer su infraestructura para que pueda tener agua. Y tienes que enseñarlos a fabricar sus medicinas. Y hay que hacer muchísimas cosas. Y apoyar a aquellos que pueden mejorar la existencia de las personas y que tienen que irse de España porque se les desprecia, porque España desprecia el verdadero talento. ¿Qué pasará si el domingo pierden la final? Yo lo sé; la gente llorará y los impresentables de siempre se dedicarán a hacer vandalismo destructivo urbano con la excusa del fútbol. ¿Por qué harán esto? ¿De verdad alguien, repito, fríamente, puede sentir la sensación de fracaso, de pérdida de algo importante por el mero hecho de perder en un juego que sólo sirve para entretener a la gente?

Creo que todo está muy claro. Y no soy antipatriota porque me importe una mierda lo que pase el domingo. Me fastidia la enorme estupidez de la gente, quizá yo también considere la posiblidad de autodesterrarme. No he hablado de los toros, porque hay poco que hablar. Es una afirmación que este país se divierte haciendo sufrir a la vida y extinguiéndola y qué cantidades de dinero se mueve, oiga, para hacer muchas cosas buenas. El "furgol" debe ser entretenimiento. ¿La gente sale a desmadrarse porque han ganado un partido en la Wii? No. Y espero que no lo hagan nunca, pero siceramente, creo que tampoco me sorprendería... Autodestierro. Puede que sea mi sino. Salvo que yo no soy ningún genio, sino el más mediocre sin remedio que hay. Lo que mejor hago y lo hago fatal, es escribir. Inventar historias. Me iré a Osaka a idear guiones para que la gente use el mando de la Wii. Allí seguro que no saldrán a destrozar y ensuciar todo cuando tengan el disco del juego del guión en sus manos. Quizá alguien sueñe con estas historias como pueden soñar con el "furgol" pero la diferencia es que gane o pierda en su intento de terminar la historia, en Osaka la vida seguirá adelante normalmente, sin lágrimas, ni desmadres destructivos.

miércoles, 30 de junio de 2010

Buenas personas o malas personas.

El otro día un amigo me contaba que ahora se estaba dando cuenta que no era buena persona. Le pregunté el porqué de haber llegado a esa determinación que a mí, al menos, me parecía sorprendente, porque, según los significados que adoptamos desde que nacemos, el término mala persona, no se corresponde con su conducta ni modo de ser. Me contó una historia, una historia que estoy seguro que más de uno ha vivido, pero que sólo cuando nos sucede de forma personal e individual, es cuando nos sentimos frustrados, pudiendo llegar nuestro estado al colérico. Que España es un país de actores xxx eso no lo duda nadie y que la mierda de gobierno que tenemos, lo gobierne el pepe, el panzoe o frasquita ungida(lo escribo en minúscula porque no se merecen más) tiene mucho más que ver en todo eso. Así que luego no me pregunten por qué me hierve la sangre cuando veo esos mítines llenos hasta la bandera con multitud de parásitos que aclaman al rey de los parásitos. Supongo que qué les regalen la merienda, esos churros (o porras) con chocolate hacen que la voluntad se tambalee y al final acabes seducido ante el tirón de mentiras y sandeces que estos reyes parásitos promulgan.

Mi amigo recibió una carta de la DGT. En ella le notificaban una sanción de 60 € por estar circulando por el carril del centro de una vía de tres carriles. Me decía que en esa fecha el no recordaba ni siquiera haber cogido su coche. Y que lo normal era que si los agentes lo hubiesen visto, le hubiesen hecho el alto. Pero no, no lo hiceron. Yo le pregunté que qué era eso de una multa por circular por el carril del medio. Él me respondió que no tenía ni idea y que al menos él no tenía constancia de ningún caso de ese tipo. Pero su sorpresa no acabó ahí, porque, por la dejadez que tenemos todos y más en casos totalmente disparatados como éste, fue a pagar la sanción después de un tiempo y le dijeron en el banco que el sistema no permitía pagar la multa. Llegó a casa y se conectó a internet para buscar en la página de la DGT y cuando vio que su sanción se había elevado a más de doscientos quince euros según por no haber identicado al conductor, perdió la noción del tiempo y del espacio. Cómo describió sus sensaciones me dejó estremecido. Conozco a mi amigo desde hace mucho tiempo y sé cuando bromea... y esta vez no estaba bromeando. Su primera reacción fueron unas ganas tremendas de coger su coche y estrellarlo en el cuartel de la Guardia Civil de Tráfico, a ser posible con todos sus efectivos dentro. Luego me dijo que eso fue una multa de esas que tienen que poner para que el gobierno (de Zetapollas, así me dijo) pueda seguir viajando en primera clase y haciendo tantas y tantas barbaridades como ha hecho. Al final es lo de siempre, siemre paga el mismo, esto es, los desgraciados que nos levantamos a las seis de la mañana sino antes. Eso sí, me dijo que como algún agente se le ocurra pararlo, va a pasarle el coche diez veces por encima a todos los que allí hayan, que la próxima multa va a ser con motivo y que seguro que la sanción sería económica, porque a los mierdas estos la vida de la gente y las necesidades que puedan pasar les da lo mismo. Yo aquí tengo que darle la razón. Tuve la desgracia de perder a mi hemarna en un accidente de tráfico. El primer informe que dieron los "agentes" fue que mi hermana iba rápido. Primero, el velocímetro se quedó clavado en 90 km/h en una vía limitada a 100 y segundo, un dos de julio a las 5 de la tarde siendo viernes, no creo yo que la carretera esté lo suficientemente despejada como para ir "tan rápido" como decían los "agentes". Todos sabemos y a todos nos ha pasado que un autobús, cansado de esperar parado en su parada se tira a la carretera. En fin, a ellos no va a pasarle nada protegidos por un vehículo de tal envergadura. El colmo de la indignación llegó cuando acompañado del abogado que llevaba el siniestro, los impresentables estos me dijeron en la cara, sin que hubiesen visto nada, que la culpa fue de mi hermana. Los autobuses se tiran todos los días y todos los sabemos porque nos ha pasado y sin embargo, tienes que pasar por ese trámité, el conductor es un santo y mi hermana se tuvo que ir a los 23. En fin, mi hermana se ha ido, ella no puede defenderse y ya está, todo sigue para adelante. Luego alguien va por un carril que no es el derecho, sin hacerle daño a nadie, y ahora tiene que pagar una multa que supone un 25% de su sueldo mensual y gracias por estar trabajando.

Sigo pensando que mi amigo no es mala persona aunque por la expresión de indignación de su rostro, sinceramente lo vi capaz de hacer lo que estaba proponiendo. Y ahora que lo pienso, en este país sin remedio en el que vivimos, puede que sea la sociedad y las leyes que los mierdas estos del congreso aprueban las que nos hagan ser malas personas siempre de acuerdo con la deficinición que se tiene de dicho concepto. La siguiente vez hablaré de dinero y de mi accidente laboral en el que me dejé media rodilla en la carretera, contaré las increíbles barbaridades que se produjeron a raíz del golpe. Ahora sólo contaré que la inspectora que me vio para evaluarme los daños, me dijo en el informe que yo lo que tenía era cuento. Y de verdad y con el corazón en la mano lo digo, todos los días cuando amanece deseo que a esa inspectora, que me negó una incapacidad por el tema económico, a ser posible, la arrole un tren y luego sea yo el que la evalúe para tocar las palmas y decirle que tiene cuento. Es demasiado soñar, lo sé. Y también deseo que a los hijos de los mierdas de los guardia civiles y del mierda de juez que instruyó el caso de mi hermana, les ocurra lo mismo; que el no menos mierda del conductor, que cansado de esperar en su parada se tire a la carretera y haga lo mismo con ellos. Seguro que como sería el hijo del juez, las cosas seguro que cambian. Llamadme como queráis, porque me da igual todo. Sólo el que vive algo así sabe lo que significa, y es algo que no hay palabras para definirlo. Quizá yo tampoco sea buena persona, al menos de pensamiento.

jueves, 3 de junio de 2010

Blog-Relato enlazado 15

El Blog-Relato enlazado comienza en www.laluzdeleoen.blogspot.com Hay que leer el principio allí. Y luego seguir los enlaces hasta llegar al final sin remedio que aquí se muestra.

Parte nº 15.

Cuando Belinda se dirigía hacia el lugar donde Milo y Gabriel se encontraban, aquel temor que una vez sintió se hizo realidad. Una presencia fría como un iceberg penetró cada uno de los poros de los que allí había. Gabriel miró a la silueta formada tras una humareda negra y casi se podía adivinar una expresión de gratitud en su rostro.
Belinda sentía como el fuego que aún no había desaparecido de ella se enfriaba de temor.
–Elemauzer —dijo—.
–Hermano —dijo Gabriel con una sonrisa—.

La quietud que la aparición de Elemauzer había provocado se vio violentamente interrumpida por el dragón-sanguijuela que surcando el aire se dirigió hacia Belinda. La tocó y desapareció en el acto. La joven bruja sentía como el poder del fuego volvía a su ser y miró la espada que aún empuñaba. La tiró. No serviría de nada. La aparición de Elemauzer, el demonio supremo, sólo le dejaba una alternativa. Una alternativa con un precio excesivo.
El cielo se vio lleno de relámpagos y de vientos congelados. Elemauzer no había dicho una palabra pero sus ojos ya habían hablado. Gabriel se había puesto a su lado sin que el demonio alterara su expresión. Belinda lo miró con furia y aceptó su destino. Con su poder restablecido lanzó un hechizo hacia Jaco y éste se levantó. Hermes y Milo se acercaron a Belinda con el zombi.
–¿No estarás pensando lo que creo que estás pensando? —Preguntó Hermes.—
–¿Hay otra posibilidad?
Silencio.
–Es bien simple. Elemauzer está reuniendo un ejército demonios que poblaran el mundo. O llevamos a cabo mi plan y se lo impedimos aunque ya sepáis el precio o pagaremos ese precio de todas maneras.
Todos asintieron. Ella tenía razón.
–Hagamos una estrella de cuatro puntas y acabemos ya con esto. No nos queda mucho tiempo.
Matilda aprobó la valentía de su nieta con una sonrisa. Sus tres compañeros se dirigieron hacia su lugar para formar la estrella. Cuando Gabriel se dio cuenta de lo que pretendían sus enemigos ya era tarde. El ángel negro se dirigió hacia ellos pero el canto de invocación ya había comenzado y una barrera repelió todos sus intentos de impedir su plan. Las voces de las cuatro puntas de la estrella entonaban una única nota, clara, brillante, sublime. En el cielo negro, rodeado e tormenta, un hilo de luz blanca comenzó a dibujar algo.
Al fin terminaron la invocación suprema. Un arpa sublime, de luz blanca radiante flotaba en el cielo. Belinda miró a Milo y en sus ojos encontró el mensaje que estaba esperando. El vampiro sonrió. La joven bruja miró a Jaco y a Hermes y les expresó su agradecimiento. El arpa seguía flotando en el cielo esperando la orden final.
Un ruido ensordecedor surgió de un agujero negro. El portal por donde aparecerían el ejército de demonios y ángeles oscuros se había abierto. Y ya estaban saliendo.

Las cuatro puntas de la estrella se miraron. ¡Ahora! La nota musical alcanzó la agudeza máxima y el arpa emitió un sonido. El sonido más bello que cualquier oído jamás podría escuchar. El mundo se convirtió en luz y al desvanecerse, los aldeanos pudieron comprobar que ya no quedaba nada…


Juanjo: www.completamentesinremedio.blogspot.com